Aunque
la enfermedad de Alzehimer se caracteriza por un deterioro progresivo
de las funciones intelectuales, la evolución del cuadro es muy
variable. Mientras que en unos casos se produce una evolución muy
rápida (menos de un año), en otros el deterioro de las funciones
intelectuales se prolongan más de 15 años. Teniendo en cuenta
estos criterios podemos establecer tres estadios evolutivos: leve, moderado
y severo.
ESTADIO
1 (LEVE)
Este
estadio tiene una duración aproximada de 2-4 años y se observan
signos tales como alteraciones de la memoria, dificultad para aprender
cosas nuevas, desorientación espacial ( no reconoce bien donde
esta), cambios de humor y síntomas de depresión.
En
esta fase, el lenguaje, las habilidades motoras y la percepción
están conservados. El paciente es capaz de mantener una conversación
comprende bien y utiliza los aspectos sociales de la comunicación
( gestos, entonación, etc).
ESTADIO
2 (MODERADO)
Este
estadio presenta una duración de 2-10 años y se producen
alteraciones más importantes de la función cerebral con
aparición de síntomas llamativos tales como afasia (dificultad
en el lenguaje) apraxia ( dificultad para llevar a cabo funciones aprendidas
como vestirse, utilizar cubiertos) agnosia que es una perdida de la capacidad
de reconocimiento, aunque esta pérdida no es total pues reconoce
ambientes familiares y conserva la orientación personal (sabe su
nombre, edad, lugar de nacimiento etc). Reconoce a su cónyuge y
allegados. Es descuidado en su higiene personal.
Las
manifestaciones neurológicas en forma de debilidad muscular, alteraciones
posturales y de la marcha son frecuentes en la exploración física.
Aparecen además signos psicóticos, como alucinaciones e
ilusiones. La dependencia de un cuidador es cada vez mayor: las aficiones
que tenía y las actividades sociales y de ocio que realizaba antes
han perdido su valor y se muestra aburrido, somnoliento o realiza actos
perseverantes ( vagabundea, ordena la ropa varias veces al día).
ESTADIO
3 (SEVERO)
Los
síntomas cerebrales se agravan, acentuándose la rigidez
muscular así como la resistencia al cambio postural. Pueden aparecer
temblores y hasta crisis epilépticas. Se muestran profundamente
apáticos, perdiendo las capacidades automáticas adquiridas
como la de lavarse, vestirse, andar o comer.
Hay
una cierta perdida de respuesta al dolor. Tienen
incontinencia urinaria y fecal. Los pacientes terminan encamados, con
alimentación asistida y suelen fallecer por neumonía, infección
sistémica u otra enfermedad accidental.